miércoles, 19 de febrero de 2020

Relato en una noche de insomnio.-

Después de tres años, puedo súbitamente recordar esa habitación. Sus paredes que con tanto empeño intentamos llenar de colores. Con elefantes, bomberos con escaleras, un cuadro con sus primeros doce meses, sus primeras tres salitas, la foto con su amiga, su rutina, aviones, animalitos asomando la cabeza, los primeros doce de ella que no llegamos a poner.... La "luz" de queso que ella se empeñaba en romper. El estante con libros, siempre desordenado por más que lo ordenáramos a diario. Su cuna y nuestras manos extendidas entre los barrotes. La canción de cuna que se reproducía una y otra vez. Las noches interminables en la cama del mayor esperando que se durmiera mientras me acariciaba los pies. No se dormía de otra forma. Las primeras preguntas existenciales y las primeras respuestas que empezábamos a dar o a evitar. Los primeros abrazos entre herman@s. Los minutos sentada en el piso mientras jugábamos intentando que hicieran propio su lugar. Los encuentros de la mascota debajo de la cama de él. El baúl de juguetes. Los cambios de muebles. Las confesiones. Las primeras visitas. La luz que entraba desde la mañana hasta la tarde por el vidrio de la puerta. Las metidas de nuestra perra entre la reja. El sticker gigante de un pirata. Los primeros enojos de él cerrando la puerta y dejándonos afuera de su mundo. No hubo despedida. No recuerdo verla vacía. A mí dejar los lugares me cuesta. Será porque no son un hotel. Porque no me aferro a lo material, pero sí a lo que viví e hice que sucediera en ese espacio. 

Todavía resuena, después de tres años... "Por qué me sacaron mis cosas? A dónde se llevaron todo? Me rompieron todo. Quiero mi mochila de Henry." Aunque esa mochila ya no estaba desde hace un montón, en ese símbolo estaban todas sus cosas, su historia y en esa mochila, mi frustración.-

viernes, 24 de enero de 2020

Por y para qué.-

Vacaciones. Para mí, esta palabra remite a la expresión romper con la rutina. Me suelo llevar tarjetas para laminar o material para ordenar. Termino el ciclo lectivo pensando en todo el tiempo ocioso del cual voy a disponer por el sólo hecho de no tener horarios. Para ser honesta, la primera semana es así. O por lo menos, los últimos dos años voy luchando para no contagiarme de la rutina de Adri y poder realmente desconectar. Pero, después me voy dando cuenta que yo solita me voy armando una rutina en la que termino envuelta y me vuelvo a agotar. ¿Qué locura, no, la del ser humano? Siento que cuando me jubile, voy a ser todo lo opuesto a lo que proyecto. La realidad es que estar de vacaciones no cambia nuestra esencia. Por lo tanto, si soy rutinaria e hiperactiva, ¿por qué mágica razón dejaría de serlo cuando estoy de vacaciones? El cambio real es otro. Si miro series o leo, es porque el click lo hice durante el año. Así que mi consejo es que evitemos frustraciones y hagamos lo que podamos con lo que somos. 
Todo esto me llevó a pensar, ¿por qué hacemos lo que hacemos? Algunas de nuestras acciones se vuelven costumbre y unx ya no se cuestiona muchas veces por qué lo está haciendo. Les doy un ejemplo. Lucy, nuestra perra, sale dos veces por día a la plaza. A la mañana la lleva Adri y a la noche, sale con mis hijxs y conmigo últimamente (porque antes era un caos, no había chances de salir todxs juntxs como un familión para que Lucy haga sus necesidades). La cuestión es que siempre salimos apuradxs "Santi, no corras", "Emilia, no te vayas lejos", "Una vuelta más y ya nos vamos". Mi pensamiento es que la gente que es habitué de la plaza debe pensar "ahí viene la desquiciada". Ante anoche, la noche estaba hermosa, corría un vientito bastante refrescante y ellxs estaban haciendo "ejercicio" en las postas aeróbicas. Yo estaba sentada con Lucy y no iban ni cinco minutos que empecé "Bueno, vamos cortando ya"... En ese instante, me llegó una brisa suave, como una caricia en el rostro y me pregunté ¿cuál es mi apuro? Les juro que encontré miles pero honestamente, no había ninguno. Nos quedamos un rato más porque ameritaba (siempre a todo hay que encontrarle una utilidad en esta vida, sino mi mente no lo puede soportar!) y quedó en mi cabeza dando vueltas qué y para qué hago ciertas cosas. Las respuestas me sorprendieron.
Hay millones de mini acciones diarias que son tremendamente desgastantes. Sin embargo, las elijo porque hay una razón superior, trascendental, satisfactoria que me impulsa a hacerlas. 
¿Por qué la maternidad? Para dar amor. Para conocer nuevas formas de amor. Para maravillarme todos los días. Para no dejar de asombrarme. Para dar incondicionalmente (podemos discutir este concepto, de todas formas). Porque aprendo constantemente, me hizo (creo) mejor persona.
¿Por qué la pareja, por qué él? Porque con él puedo viajar al Norte y mirar el paisaje azorada, para que me diga "hay bichos por todos lados, me van a picar!"y matarme de risa con sus comentarios. Porque es compañero, es equipo, es confianza, es respeto, es crecimiento. 
¿Por qué la rutina? Porque nos ordena. Porque muchas veces es necesaria, tanto como cortarla. 
¿Por qué los enojos, los límites, las corridas, las salidas recreativas? Porque creo firmemente que es necesario. Aunque no salgan, aunque dejen de escucharme algunas veces. Porque creo que mi responsabilidad es dejar una huella para un mundo mejor aunque suene muy ambicioso y utópico, aunque lxs hijxs sean de la vida. .
¿Por qué la docencia? Porque me divierte. Porque se producen conexiones por un instante que son realmente únicas. Porque para mí educar es el camino e intento ser ejemplo de lo que digo. Hacerme carne de mis creencias por más bíblico que parezca aunque no tenga ni una pizca. 
Por todas esas razones, elijo donde estoy, lo que hago. Con mis quejas, mis frustraciones y con todo lo mejor que pienso que tendría que ser. Está bueno preguntárselo de vez en cuando. Somos instantes, no estamos para desperdiciarlos en cosas que no NOS valen la pena.

martes, 14 de enero de 2020

Here I go again!

Evidentemente, el verano me pone reflexiva ( o estoy con mucho tiempo libre, pero casi como que no es cierto así que podríamos descartar esta opción) porque mis últimas tres entradas fueron en los meses de sol, arena y mar. Pero bueno, cualquiera fuera la razón que se esconde detrás, aquí me encuentro de nuevo en frente de la compu retomando el blog.
Tenía ciertas dudas de retomar el blog porque por un lado, tengo la percepción que es como una herramienta de un mundo virtual pasado que de alguna manera sobrevivió ; pero por el otro, el formato me resulta muy cómodo ya que no tengo la obligatoriedad de publicar una foto. No siempre hay/encuentro una imagen que describa/represente lo que tengo en mente. También pensé en comprarme un cuaderno pero me remontaba a tener un diario intímo, y eso nunca me funcionó porque necesito exteriorizar, compartir lo que escribo. Así que sin pensarlo mucho tampoco, volví a este lugar y a esta función.
¿Qué me pasa con escribir? Con el correr de los años, es una actividad que cíclicamente vuelve a mí. Como si me buscara y nos encontraramos. Es más que un pasatiempos, por momentos, es una necesidad de volcar todo ese torrente de ideas o palabras que van surgiendo en mi mente. No pueden quedar ahí prisioneras. Porque como todo lo que está encerrado, sin libertad, se esfuma y pierde su esencia para no salir nunca más. Y yo no quiero que le pase eso a esas palabras, a esas ideas que cuidadosamente se alojan como gotitas de agua de lluvia en mi cabeza hasta que luego comienza a llover a borbotones. Quiero que fluyan, que recorran montañas, llenen ríos, alivien el fuego, se fundan con la tierra y se hagan barro. Y ahí mismo, le encuentro sentido a escribir y a compartir. Porque compartir no es menor. Una palabra, un descargo, un relato puede inspirar, hacerte reír, sentir identidificado/a, dar vuelta la página, pensar, empatizar. Digo, pienso todo esto sin creerme que soy LA escritora, sino desde un humilde lugar, desde donde se puedan también compartir experiencias, intercambiar, disentir. 
¿Qué pretendo al escribir? Sinceramente, nada. Por momentos, me ordena. En otras ocasiones, es pura catarsis. Otras veces, son ideas que surgen. Mi única regla de oro va a ser: HACERLO. Aunque sienta que tengo una cuenta pendiente en hacer un taller de escritura. Por ahora, es esto. 
Los/as invito a mi mundo de colores, con algunos sinsabores, a descubrir qué nuevas aventuras tiene preparada para mí esta nueva etapa de mi blog. 

domingo, 21 de enero de 2018

Me iba a sentar de escribir después de un año casi sin hacerlo. Y me topé con mi último post. De mierda, por cierto. Sólo para darme cuenta que me encuentro otra vez en el mismo lugar. Por razones totalmente diferentes. Sin embargo, leerme y darme cuenta que tropiezo una y otra vez con la misma piedra, me envalentona para entender que la única que puede cambiar esa realidad que me arrastra y me lleva hasta lo más profundo, donde toco fondo y me cuesta un huevo y medio subir, soy yo. Hay situaciones que están fuera de nuestro control y tienen que pasar y uno ponerle la mejor onda. Lisa y llanamente. Aumentos que te desequilibran el sueldo, un mal día en el trabajo, una noche entrecortada con los chicos, un bondi que se te fue. La vida misma. Pero otras no. Por momentos, parezco empeñada en hacerme infeliz, en dejar que no me valoren, en no alzar mi voz, en no decir "basta, se terminó". En no elegir todo lo que sí me hace feliz, los lugares en lo que me reclaman con amor, me miman, me valoran. Me veo sudando la camiseta por una batalla que ya está perdida, que está fuera de mi alcance, con muchos fantasmas y cargas que no son mías, y que yo por ese instinto utópico que tengo, pretendo una y otra vez ganar esa batalla. Dar toda mi energía por no resignarme a creer que no puedo lograr algo mejor. Por dar ese salto superador de generaciones que se vienen haciendo bosta contra la pared. No hay un cierre para este post. Tan sólo pensar que todas mis cartas ya fueron echadas, que no me queda nada en el tintero, que tengo que mirar al futuro, que otras personas me necesitan entera y con mis creencias firmes para no volver a tropezar. Que puedo elegir ser feliz porque lo soy y lo tengo todo. Y no empeñarme en ese único aspecto en el que no puedo triunfar porque no depende de mí. La distancia acomoda. Uno no puede elegir con quién hacerse mierda el corazón pero sí cuando decir "basta, se terminó". 

viernes, 3 de marzo de 2017

Me duele.-

Hoy así, sin filtro, y en el medio del caos hogareño, me siento a escribir. Porque estoy exhausta, angustiada y dolorida. Cansada de callarme estos dolores. De llorarlos semanalmente cuando todo colapsa, o yo colapso. Porque escribir es mi terapia, y todavía no tengo sesión con la psicóloga a conocer. ¿Por qué lo hago público? Porque, quizás, sea un dolor compartido. No sea la única.
Probablemente todo lo que lean sea algo exagerado y sin mucho paso previo por la razón, sin moderar y sin mucho optimismo. Quizás no sea mucho de lo que muestro a diario. Quizás vean mi otro yo geminiano. Menos agradable, menos conciliador y más hinchado las pelotas.
Desafortunadamente, hoy, o hace meses, tengo como una bolsa inmensa de cosas que me duelen y me angustian. Antes era una cosa la que me sacaba energía. Un tema puntual. Hoy esa bolsa con desilusiones, desesperanza y hartazgo está al tope. Porque le pongo toda la intensidad a las relaciones, al trabajo, a lo que me proponga. Y lo que siento es una inmensa frustración. 
Me duele gritarle a mis hijos porque tengo los ovarios al plato.
Me duele no llegar nunca a nada. 
Me duelen los carteles absolutistas en redes sociales y que se juzgue tan livianamente a las personas.
Me duele que quienes pienso que me conocen, no me conozcan, no me consideren; y tiren todo por la borda.
Me duele que no piensen que me duele.
Me duelen profundamente las distancias con mis amigos, que mi única vía de contacto sea whatsapp y algún encuentro super recontra coordinado. Me duele que nos separe el tiempo, las obligaciones, el cansancio y el transporte público de mierda. Me duele no poder verlos más de lo que quisiera.
Me duele la separación, que se rompa la cotidianeidad.
Me duele ir a Día, a la verdulería de acá, al carnicero del otro lado, y así interminablemente buscando precios, cuando hay gente que no tiene ni idea cuánto está un paquete de fideos porque no tiene que pensar cuánto tiene y sacar cuentas para ver si le alcanza para un Don Vicente o para un marca Día.
Me duele el lunes.
Me duele el voluntariado por el paro docente. Me duele cada palabra de todo funcionario, profesional, padre, ciudadano que piensa que me quejo porque es gratis y que no pienso en los chicos.
Me duele porque no tienen ni la más puta idea de las veces que me fui llorando a mi casa frustrada por no poder cambiar la realidad de un chico, por ver que estaba en el lugar equivocado frustrándose sin remedio, por saber que ese chico tenía un dolor inmenso porque perdió un ser querido.
Me duele que no se valore el esfuerzo. No voy a enseñar una materia. Yo quiero dejarles una huella, que se lleven algo lindo, que puedan ser las mejores versiones de sí mismos, que se superen, que se saquen los prejuicios.
Me duele que nos llenemos hablando de la boca para afuera, pero que en la cancha vea a muy pocos transpirar la camiseta.
Me duele que conductoras en musculosa en pleno invierno me hablen de qué tengo que hacer para ahorrar o cómo usar razonablemente la energía.
Me duele viajar como el ojete y recontra cagarme de calor.
Me duele correr todo el tiempo esta carrera a no sé dónde. 
Me duelen los planes que se me caen.
Me duele discutir por lo que no me sale.
Me duele no poder terminar nunca la casa.
Me duele no tener la casa como quisiera a pesar de estar todo el tiempo tratando de que esté todo impecable.
Me duele no poder estudiar.
Me duele pensar en plata todo el tiempo.
Me duele pensar y repensar si voy a la muestra de un amigo por si es muy peligroso ir en colectivo a las 9 de la noche. Me duele tener que pensar dos veces si llevo a mi hijo.
Me duele irme a dormir angustiada sabiendo que temprano se abre el portón y yo no estoy.
Me duele quedarme intranquila hasta saber que están todos seguros en casa.
Me duele no tener tiempo para Lucy.
Me duele no poder estar presente o haberme perdido momentos de mis amigas.
Me duele el médico que me boludea cuando mi abuela se está muriendo.
Me duele que haya que coimear gente para bajar un cajón.
Me duele la gente sin luz, sin agua, sin gas. 
Me duele cuando nos quitan la dignidad.
Me duele no poder vivir tranquila. Me duele que no nos entendamos. 
Me duele todo.



jueves, 2 de febrero de 2017

Los pensamientos recurrentes.-

Suelo ser bastante repetitiva con los temas y los tropiezos en mi vida. Cuando desenrosco el hilo de mis pensamientos (y se me viene Dumbledore sacando con su varita un hilo de pensamiento para ponerlo en el  Pensieve), me doy cuenta que suelo terminar en los mismos lugares. Que no son lugares comunes como dice el dicho sino MIS lugares comunes. O que mi vida, mi persona, gira en torno a esas cosas. No son buenas ni malas. Ni son preguntas estrictamente. Algunas sí, otras son reflexiones. No sé por qué pero sentía que tenía que anotarlas, plasmarlas en algún lado. Para releerlas, para ordenarlas, para no volver a hablarlas porque no sé si tengo ganas de volver a escucharlas. No sé si me animo tampoco a decirlas en voz alta. Por lo menos, alguna de ellas. Porque hablar se me hace tan difícil..Y no es ironía. Cuando escribís, editás. Cuando hablo, digo mucho pero no digo nada. Lo importante no lo digo. Así que acá van. Mis pensamientos recurrentes, los que me acompañan, los que me persiguen, los que me alegran y los que me entristecen. Las boludeces diarias de mi vida.

*Cuando voy a la casa de mis viejos, siempre encuentro dos fotos. Juntas. De mis hijos recién nacidos. Con un día. Santiago sonriendo, con un día de vida. Emilia, con una cara de paz inconmesurable. Y cada vez que las veo, me causan la misma sensación. Me sorprendo que de tan chiquitos se marque tanto su personalidad. Santiago, un huracán. Risas, alegría, energía. No te aburrís nunca. Si no querés, te gana por cansancio y te termina levantando. Emilia, un balsamo. Abrazable, cariñosa, transmitiendo una paz y una sensación de refugio que hoy encuentro indescriptible. No quiero dejar de sorprenderme cada vez que las vea, no quiero que un día pasen desapercibidas. Quiero verlas y descubrirlas una y otra vez siempre.

*¿ Algún día encontraré el equilibrio para no sentirme superada? Cambio de rutina, hago movimientos para mejorar pero siempre llega el punto en el que siento que no puedo más. Basta para mí, basta para todos. Me hace sentir vulnerable e incorformista. Incluso pretenciosa.

* ¿Por qué me frustra no ser madrina? Es una boludez marca cañón! Sin embargo, es como un pendiente? No sé. Quizás es esa inseguridad que siento en las relaciones. Me parece tan salame pero queriendo que pase que no sé cómo definirlo ni dónde encuadrarlo.

* ¿Voy a dejar de pronunciar para el orto porque me pongo insegura? MDQ, miedo de qué???? A esta altura de la life, Vanina! Bueno, sí. Voy a seguir haciéndolo en público (porque en el aula, no) creo y también voy a seguir sintiendo que todos saben más que yo.

*Cuando tenga 70 años, ¿voy a seguir durmiendo con la luz prendida? Yo pensé que a los 30 después de haber dado a luz a dos criaturitas, ya este tema iba a quedar obsoleto pero no. Me molesta y antes no. Capaz que me falten diez años más.

*¡Qué bajón usar short! Descubrí que me cago de calor básicamente porque los evito. Juro que me levanto todas las mañanas proponiendo ponerme un vestido o un short, superando este complejo gamboa que tengo y lo más lejos que llegué fue los pantalones largos de tela livianita, que son calurosos de todas formas. Más cuando actualmente trabajo bastante tiempo sentada. Queda bastante tiempo de verano todavía, así que lo seguiré reviendo todas las mañanas. Quizás lo logre.

*¿Cuán importante soy en la vida de los demás? Acá hay un problemita de aceptación claramente no resuelto. Hemos avanzado mucho en la materia pero esa pregunta reaparece. Todo el tiempo necesitando la aprobación, sintiendo que llego tarde a todas las relaciones, que no soy la mejor amiga de nadie, ni la mejor profe, siempre un escalón abajo. A Adri ya le tengo los huevos llenos y ya tiene el timing de "necesito que me digas algo lindo right now". Y todo esto no quiere decir que no esté conforme con mis relaciones. Todo lo contrario. Amo a toda la gente que tengo alrededor y sé que me quieren. Pero es eso inexplicable. A veces lo atribuyo a que en algunas relaciones yo sentí una cosa y la otra persona no, a que dije algo con mucho cuidado y tuvo un efecto sin retorno para la otra persona. Este pensamiento recurrente grita TE-RA-PIA.

*Cuando mis prioridades se desordenan y la rutina me tapa, recuerdo siempre que yo ya me siento realizada como mujer. ¿Quisiera haber vivido la experiencia de una beca? Sí. ¿Viajar más? Sí. ¿Trabajar a otro nivel profesionalmente? Puede ser. Pero me gustan los detalles, la cotidianeidad de las relaciones, el aula, criar a mis hijos estando lo más presente posible, intentar una receta nueva para disfrutar de una rica comida con Adri, coserles la etiqueta del uniforme aunque me quede desalineada. Porque ese es mi lugar. Es ahí donde está mi mejor versión.

Y así es mi cabeza. Con muchas otras cosas y preocupaciones, feliz, un poco calentona, melancólica, alegre. Santi no salió así de intenso porque vino de un repollo. Tiene una madre intensa, esperando o deseando resolver por momentos, disfrutando. Viviendo, Recurriendo. Recorriendo.

sábado, 13 de agosto de 2016

Las cosas lindas.-

Hace unos días escuché que Emannuel Horvilleur decía lo siguiente relacionado a los dichos de Cordera:
"Lo provocador en esta era está en hacer cosas lindas..."
Nada tiene que ver este post sobre las barbaridades de Cordera pero sí me quedo con la genialidad de Horvilleur. ¿Por qué? Por miles de razones cotidianas. Cualquiera se siente con el derecho a opinar y decir cuanta barrabasada se le cruze por la cabeza sin tener en cuenta ni contexto ni lugar ni al interlocutor. Sin analizar, con información escasa, sin ni siquiera atinar a considerar que puede haber otros puntos de vista posibles o puede herir susceptibilidades. Detesto esas verdades absolutistas. No hay verdades, hay certezas. Y lo que me preocupa, aún más, es que todo nuestro comportamiento está basado en lo que hace el otro. Condicionado, mejor dicho, por el accionar de la otra persona. ¿No nos basta con saber que lo que hacemos lo hacemos porque creemos que es lo correcto? ¿No es lo suficientemente satisfactorio? Está comprobado científicamente que es más feliz el que regala que el que recibe. Sin embargo, pareciera que es imposible dar un paso sin mirar si el otro me critica, me agradece o se hace el boludo. Y a todo este combo maravilloso, se le suma la violencia. Innecesaria. Me canso de ver minas que hacen stand up o suben videos a la red hablando sobre un tema random de una manera graciosa pero metiendo 700 palabras ofensivas. Cuánto más "mierda", "chota", "pija" o la concha de tu madre" digas, más divertido. Realmente no comprendo esa fórmula. Honestamente, cuánto más ordinario suena, menos ganas me dan de escucharlo aunque su contenido principal coincida con lo que yo pienso. 
No sé si seremos los argentinos así o qué pero me deprime que seamos así. Me deprime que siempre estemos buscando la paja en el ojo ajeno. Me deprime que estemos siempre buscando el defecto de las personas. Me deprime que estemos siempre pensando mal. Me deprime que no podamos reconocer lo bueno de alguien con quien quizás no compartamos gran parte de su parecer. Me deprime que no nos escuchemos. Me deprime que no ocupemos el tiempo que tengamos libre en generar cosas lindas. A menudo, me tildan de naive, de utópica. Pero los que me conocen, saben que me manejo así desde siempre. Con mis errores y mis enojos, intento ser lo más coherente posible con mi pensamiento. Por eso, coincido con vos Emmanuel. Lo distinto, lo revolucionario hoy es hacer cosas lindas. Amar. Enseñar cosas lindas. Decir cosas lindas. Porque siempre hay algo bueno, hay algo positivo , reparador. Sólo hay que saber buscarlo.

COMO JODEN CON ESTA TROL...QUE SI ESTA EMBARAZADA QUE NO ESTA EMBARAZADA A QUIEN LE IMPORTA YA TIENE UNA HIJA Y NO ESTA NUNCA CON ELLA PARA QUE QUIEREN QUE TENGA OTRO PARA SEGUIR SIENDO UNA PÉSIMA MADRE COMO LO ES AHORA PORQUE NO CREO QUE CAMBIE LA PU