viernes, 16 de enero de 2015

Los dos.-

Apenas comenzó el año, nos embarcamos en nuestras primeras vacaciones de verano con Sancho. Era todo un desafío. Para empezar, por primera vez, iba a estar alejado de su papá (como así yo de mi maridito), 4 días. Eso fue una de mis principales barreras para ir porque Santi es muy mimoso y estaba segura de que lo iba a extrañar. Pero pusimos en la balanza, el hecho de disfrutar el mar, que su papá iba a estar los primeros dos días con nosotros y además iba a estar la abuela, que todo lo puede. El otro desafío era mantenerlo entretenido, controlado, vigilado como quieran llamarlo a este pequeño terremoto. Yo me imaginaba corriéndolo por toda la playa, quemándome los pies, con todos los flotadores rebotando. Y el último era la convivencia. Hace mucho que no vivo con mi madre y bue, no sabia cómo iba a resultar.
Les cuento que no sólo tuve esos desafíos sino que me encontré con muchos más en el camino. Y el balance fue positivo. Nos encontramos cara a cara con Santi desafiándonos para ver quién mandaba en ese territorio neutro. Sin un papá con la última palabra. Con audiencia. Y aprendimos a entendernos y comunicarnos mucho más. Me di cuenta de todo lo que es capaz de entender (más de lo que yo creía) y creo que él, desde su pequeñez, comprendió por qué me pongo firme con mis decisiones. Siento que después de estas vacaciones, nos respetamos más. Yo, sus tiempos; él, mis límites. Y también redescubrí el excelente equipo que hago con Adri. Ese entendimiento que tenemos para funcionar tan aceitados en lo que respecta a Santi (cabe aclarar) y de lo lindos que somos juntos. Con mi mamá, sólo tengo que decir: no te enfermes nunca! 
Y así, entre fiestas de fin de año, brindis, y vacaciones; faltan dos días para el cumpleaños de Santi que cumple dos años. Me acuerdo cuando lo veía en la cuna y no sabía que hacer con ese pedazito de ser humano. Hoy lo miraba dormir y pensaba en todo lo que ya hace casi sin ayuda: lavarse las manos, limpiarse la cara, elegir sus zapatillas, comer, usar la cuchara, tomar sin tetina ni sorbete. Estos dos años fueron intensos, como lo es él, tanto cuando se enoja como cuando está alegre. Él es así: euforia, alegría, audacia, descontrol, amor, impaciencia. Todo en un mismo combo. Un combo loco. Pero el más lindo de todos.

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