sábado, 14 de marzo de 2015

Ser la mamá de Santiago.-

Esta semana Sancho comenzó el jardín. Claramente, como todos ya sabíamos, tuvo cero problema en adaptarse y espera ansioso a que le habran la puerta junto con otros dos nenes iguales que él. La adaptación la está haciendo Adri, por lo cual yo juego de afuera y veo, pienso, escucho a madres, me escucho las 24 horas, lo escucho a Adri, lo veo a Santi...y lo llevo a cumpleaños (la verdadera y real pesadilla de mamá), y veo cómo se comunica, cómo se divierte, cómo socializa, cómo no para para ni un segundo. Y todo eso me llevo a pensar qué significa ser la madre de Santiago. Porque cada chico es único e irrepetible y cada madre hace lo que puede, lo que le sale; y seguramente, no es lo mismo ser la madre de Pepita que de Pepito aunque los nombres difieran sólo en una vocal. Cada uno de ellos son un universo diferente. Acá va el mío.
Ser mamá de Santiago es:
* resignar levantarme un domingo a las once de la mañana (aunque para ser realista eso también me pasa por ser la mujer de Adri).
*manejar 93cm y 15kg en la pileta cada vez que hacemos natación y la profe grita entusiasmada: "El ejercicio es con inmersión" y madre debe levantarlo, balancearlo y sumergirlo, sin berrinche si tenemos un buen día.
*acordarme la felicidad que se siente estando en el agua. Libres. Bueno, casi libres.
*saltar cordones.
*vivir con alguien lleno de alegría, que sonríe sin motivos, baila ante el más mínimo sonido de algo parecido a una canción.
*verlo correr de felicidad para abrazar a sus abuelos.
*recibir abrazos, mimos y besos.
*recibir cabezazos en la mandíbula, en la nariz.
*leer incansablemente todos los libros de Disney y no Disney.
*adivinar palabras.
*dibujar "fafas"(jirafas), "grrrrrrs"(dinos), "titas"(galletitas), "nanas"(bananas) y letras.
*pedir disculpas por su hiperactividad.
*aprender y entender que no tiene que darme culpa que sea tan movedizo, inquieto y curioso, y que en todo ese embrollo, alguien reciba un pelotazo, una mano o un berrinche. Es acompañarlo.
*aprender que esa energía es su mejor cualidad porque lo hace amoroso, curioso, feliz, libre, sin ataduras.
*deshacerme de las miradas de los demás porque piensan que no le pongo límites cuando en realidad se los vivo marcando.
*buscar explicaciones todo el tiempo.
*reírme y, al mismo tiempo, cagarlo a pedos por cómo se tratan con Lucy, nuestra perra.
*hacer cosquillas apenas me levanto.
*despertarme en medio de la madrugada con una rana que croa a mi lado.
*correr para darle todo lo posible.
*haberme aprendido todos los nombres de las princesas de Disney.
*dominar remolinos en su cabeza.
*repetir tantas veces lo mismo que hasta él termina aprendiendo la palabra.
Ser la mamá de Santiago es haberme subido a la mejor montaña rusa del mundo. Esa que nunca para, que nada la detiene y que aunque, a veces, parece que vas a caer, siempre te saca la mejor risa.

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