domingo, 24 de mayo de 2015

Nada nuevo bajo el sol.-

30 de Abril de 2015.


Hoy podemos decir que la crisis parece haber pasado (me imagino en este momento a Adri pensando: “Por fin!”). Mamá volvió a cuidar a Santi, lo cual de alguna forma u otra nos organiza. Es como que mamá es sinónimo de “yo me encargo”. Y sí, es así. Ayer pensaba y comentaba preocupadísima con mis compañeras:
-“Ay! Santi se va a enfermar. Lo mandé desabrigado porque él transpira mucho y mirá cómo llueve ahora!!!!” (Todo en un todo desesperado).
Hasta que alguien me paró y me dijo:
-“Gorda, quién va a buscar a Santi hoy?”
-“Mamá, mamá.”
-“Listo, no te preocupes lo va a buscar tu vieja, se las va a arreglar.”
-“Pero, pero no tiene piloto, y no pasa por casa porque..”
-“Gorda, es tu vieja. Lo mete en un taxi y se lo lleva.”
Dicho y hecho. Y fin del problema.
También hoy comí un cuarto de libra, lo cual parece irrelevante pero le produjo satisfacción a mi ADG (=Alma de Gorda) y me fui contentísima como pibe con chiche nuevo a mi última clase del día. Además, fue en buena compañía y eso en estas épocas turbulentas, suma. Y mucho.
Santiago está encaminado. Ya me recibí de madre hincha huevos pero me saqué la duda de cómo estaba en el jardín. Claramente, baba x 500 cuando me dicen, con gesto despreocupado, que es un bombón, que es re mimoso y que se hace el boludo y pone cara de pícaro cuando se está por mandar alguna. 

Hoy pasó casi un mes de esto que había empezado como una entrada y quedó trunca por, obviamente, falta de tiempo. Cuando lo leí, me sorprendí de lo contenta y alegre que estaba. En contraste con la cara de orto de este momento. Si hay un adjetivo que me definió a la perfección en estos ya casi 30 años de vida fue el de ciclotímica. El segundo, por momentos, es hiperactiva. Hoy creo que tengo la ciclotímia prácticamente inyectada en la sangre. Seguidas por paranoia, angustia, irritabilidad. Hace tiempo que no sentía un año tan, tan insoportablemente insoportable. Mi objetivo no son las vacaciones de invierno, es fin de año. Y estamos en Mayo. Mayo. 
Todo ésto surge de haber cruzado dos líneas poco convenientes: la de la concienca y la de la hiperactividad. Cuando te das cuenta que las cosas podrían ser mucho más fáciles o menos complicadas al menos, y te enroscaste en un baile con giros, piruetas y todos los trucos posibles, te das cuenta que sos una pelotuda. Una vez me dijeron la diferencia entre el boludo y el pelotudo es que el boludo no se da cuenta de lo boludo que es en cambio el pelotudo lo sabe y lo sigue haciendo. Es como si hubiese convertido de boluda en pelotuda en un abrir y cerrar de ojos.  A todo ésto le sumamos cansancio que en mí tiene un efecto devastador. También le agregamos el condimento de la culpa, el cual definitivamente amerita un párrafo aparte.
La culpa en mí existió siempre como la autoexigencia. Casi van de la mano. Incluyendo la mirada del otro, que inevitablemente para mí tiene muchísimo peso. El único progreso que he hecho al respecto en este último punto fue decir lo que pienso ( no siempre, no en todos los casos, pero subimos a un a veces). Ahora les pasaré a contar cómo está funcionando actualmente este conjunto de elementos. 
En unas semanas viajamos con Adri, sin Santi. Una segunda luna de miel. No sé si merecida o esperada. Pero llegó, se pudo hacer. Casi superé la culpa de dejarlo y su personalidad independiente y despreocupada suma puntos. No son tantos días. Hasta ahí vamos bien. El tema es que más allá de este viaje del cual estoy infinitamente agradecida a la vida (y a mi marido, claramente) por hacer, tengo (o siento) muchas razones para estar del culo. Me siento culpable y siento que todos me deben mirar con cara de "De qué se queja ésta?". Y sí, tienen razón. Tengo una familia hermosa, un marido extraordinario, un niño maravilloso que me sorprende con sus gestos más puros, una madre que me escucha y me hace la merienda todas las tardes y me ayuda en todo lo que puede y más, una suegra que siempre está presente y que es lo más dulce que vi, unos amigos que bancan mis ausencias. Si me estuviera mirando, diría que me estoy quejando de llena. Sin embargo, siento que el sistema me consumió, me chupó y me está quitando de disfrutar de todas estas buenas cosas de la vida. Una amiga me dijo hace un tiempo: "Cuando uno no está conforme con algo de su vida que lo hace infeliz, no puede ver nada positivo." Le dio en la tecla. Es totalmente cierto. También me siento mal por no haber entendido lo suficiente a ciertas personas. Resumiendo, es un círculo vicioso que me ahoga y me hace preguntar cómo llegamos a toda esta falta de tiempo, a tantas exigencias, a toda esta tecnología que debería simplificar y al mismo tiempo no nos deja cortar nunca.
En fin, será la crisis de los 30. El "síndrome de cabeza quemada". Estrés. La única certeza es que el poder de cambiar su realidad lo tiene cada inividuo. En algunos casos, no se puede lamentablemente. Veremos que hasta dónde llega mi poder...