viernes, 15 de abril de 2016

Esos días...

Hoy fue uno de esos días largos, lluviosos, angustiantes. Esos en los que no tenés más opción que encontrarte con lo más profundo de vos mismo porque el cuerpo no responde, porque vas de la cama a la cocina, de ahí al living, y de vuelta a la cama. Un ratito más porque no te da para otra cosa que estar ahí, intentando dormir aunque la caída de la lluvia en el toldo, el sonar del teléfono, un grupo de whatsapp, un codazo de tu hijo o la perra trayendoté un juguete te despierten cada dos minutos. Esos días en los que estás nervioso porque tu hijo empieza una actividad nueva. Esos días en los que te preocupa tener todo limpito y ordenado pero se te quema el bizcochuelo que era lo que nunca te fallaba. Esos días en los que extrañas a tu marido más que a nada en el mundo aunque esté de florero. Sólo su presencia basta para que estés mejor. Esos días en los que ves la habitación que armaste y estás orgullosa y, al mismo tiempo, ansiosa porque la comparta con sus amigos. Esos días en los que el calor y la humedad estando embarazada te hace sentir prendida fuego. Esos días en los que no te podés mover de tu casa y estás como perrito enjaulado. Esos días en los que una posibilidad remota te bajonea. Esos días en los que ver a tus padres felices te da esperanzas. Esos días en los que la mano de un niño (aunque no sea el tuyo), su sonrisa y su inocencia te hacen pensar que nada puede estar mal. Esos días en los que el pelo te queda mal y encima tenés anteojos porque no podés usar las lentes y te dan calor y así, y así, hasta que te ves muy muy fea y tenés la certeza de que si tuvieras las lentes puestas el problema se reduciría en un 50%. Esos días en los que sabés que tu cabeza es la que te juega la mala pasada y querés que termine el día porque sabés que no va a poder pasar mucho para mejorarlo. Esos días en los que tu perra está en la cama y sabés que no está bañada pero su amor e incondicionalidad pueden más. Esos días en los que una charla de una hora con amigas te renueva energías. Esos días en los que ver feliz a tu hijo te cura el alma. Esos días en los que, en definitiva, pasa de todo y no pasa nada. Que es mejor resignarse, comer una pizza, mirar una peli y esperar a que todo vuelva a comenzar...

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